Sin pretender realizar un recorrido histórico en la acumulación de las expresiones artísticas en espacios más o menos dedicados a su conservación y exposición podríamos establecer, a grandes rasgos, que es sobre todo a partir del siglo XX cuando el público en general tiene acceso a contemplar y disfrutar las obras pictóricas, esculturas, manuscritos, entre otros, en espacios abiertos y de libre entrada.
La cultura se abre la la sociedad.
Durante siglos, la élite gobernante, los comerciantes y la burguesía más adinerada adquiría o patrocinaba la producción del arte para su disfrute particular y de su círculo de amistades más cercano como símbolo de poder y estatus.
Ya en el siglo XX, los gestores culturales pasan a ser de administración pública o con una combinación de inversión privada. Esta apertura da pie a museos y espacios culturales a diseñar zonas de difusión y, paralelamente, de comercialización de productos personalizados con la imagen del museo o espacio cultural, la reproducción de guías y todo un abanico de servicios entorno al usuario, visto ya como cliente.
En la década de 1960, Bradford Kelleher, pone en macha un plan de marketing junto a una tienda para comercializar merchandising con la imagen del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York inaugurando la “Art and Book Shop”. Bradford Kelleher es considerado el promotor, con justicia, de la “Tienda del Museo” y, con ella, el MET obtiene unos ingresos de más de 1 millón de dólares anuales.

Merchadising, la tienda del museo.
La implementación de una tienda dentro de un museo, galería de arte o espacio cultural debe combinar en todo momento el acceso a cultura de sus visitantes con la posibilidad de generar ventas a través de su merchandising. Junto a publicaciones especializadas podremos encontrar productos como tazas personalizadas, bolígrafos personalizados, camisetas y ropa personalizada, bolsas personalizadas entre otros productos. Estos productos puede ser genéricos de la propia institución o realizados para la promoción de una exposición o colección permanente.
La comercialización de productos de merchandising genera, de forma directa, unos ingresos adicionales pero, tangencialmente contribuye a la mejora de la imagen de marca, hacen publicidad del museo o espacio cultural y aumentan su conocimiento y reconocimiento.
Los museos y la oferta cultural son excelentes reclamos para el turismo. Por tanto, adquirir productos de merchandising forma parte del ocio, disfrute y el recuerdo de un buen viaje.
Estrategias del Merchadising en museos y centros culturales.
Apoyándonos en Toepler y Kirchberg, el merchandising dentro de un museo debería girar y contemplar estos aspectos:
- Personalización
- Exclusividad
- Calidad
- Packing
Imaginemos que estamos visitando Museo Guggenheim Bilbao y somos fans de Eduardo Chillida. Cuando acudamos a la tienda del museo podremos adquirir “Chillida y Yo”, obra que recorre la vida y obra del artista en un formato muy original.
El merchandising que podemos encontrar en una tienda de museo también parte de productos de uso cotidiano pero personalizados con la imagen / logotipo de la propia institución o bien con la imagen de una obra emblemática o exposición permanente. En este tipo de productos, la presentación del mismo deberá ser diferencial de lo que podríamos encontrar en una tienda de regalos o souvenirs.